Hace casi cinco meses, Mónica Mabel Costilla (42 años) está encerrada en un calabozo de una prisión en Santiago del Estero. Ella y su amigo, el empleado del Siprosa Jesús Busto (35) fueron sorprendidos transportando 119 kilos de marihuana. Sus detenciones dejaron al descubierto la existencia de una línea narco de empleados que trabajaban en ese organismo que está siendo investigada por la Justicia desde hace cinco años. Pero hay más. Como toda pesquisa narco, las ramificaciones se van conociendo con el correr de las semanas. Y en este caso, en el expediente aparecen mencionado un policía en actividad y al menos un empleado del Ministerio de Educación.
Nadie conocía a Costilla hasta que fue detenida en el puesto de Isca Yacu. Domiciliada en una modesta vivienda ubicada en Los Aguirre, trabajaba como recepcionista en un sanatorio de barrio Norte. Madre de tres hijos, estaría vinculada sentimentalmente a un conocido profesional de la salud. Al principio, asesorada por una defensora oficial, se negó a declarar ante la fiscala federal Indiana Garzón. Pero después, decidió romper el silencio. Contó mucho, presentó pruebas y apuntó contra su compañero de viaje. Sus palabras fueron suficientes para que se tejiera una enmarañada red de dudas, sospechas y acusaciones cruzadas.
Estos son los puntos más destacados de sus dichos:
1- El contacto
Costilla declaró que el 22 de octubre Busto, al que conocía hace siete u ocho años, se presentó en el sanatorio donde trabajaba para saludar a sus ex compañeros (él trabajó un tiempo en ese lugar antes de entrar al Siprosa). Compartiendo una merienda en un bar de la zona, el joven le comentó que, aprovechando que trabajaba en el programa Tucumán te Cuida (su misión era controlar el ingreso de personas cuando las fronteras estaban cerradas por la pandemia), se dedicaba a traer gente a estas tierras.
“Me dijo que ya había traído a una persona de Buenos Aires y que ahora quería hacer lo mismo con otra de Santa Fe. Me pidió que pusiera mi auto, que me pagaría $20.000 y que se haría cargo del combustible”, declaró la empleada administrativa. Reconoció que aceptó la propuesta, pero que recién el domingo 25, pasada las 23, la llamó para avisarle que estaba todo listo para hacer el traslado de la persona.
2- El viaje
De acuerdo a lo relatado por la sospechosa, tal como habían acordado, se encontraron en una estación de servicio de Banda del Río Salí. Después de que Busto comprara una botella de agua, un vaso de café y cargaran combustible, comenzaron el viaje con rumbo a Santiago. Costilla dijo que pasaron todos los controles camineros sin problema y que pararon en la localidad de Fernández para desayunar.
“Él salió y mantuvo una llamada de celular que tuvo una duración de media hora. Allí me dice que tenía que retirar una caja de zapatos, y me avisa que teníamos que dirigirnos hasta Quimilí”, relató en su declaración.
3- La transacción
“Llegamos a Quimilí y en el trayecto, cerca de las 12.30 del 26 de octubre, me hizo que ingresara a un camino que estaba marcado con una cubierta de auto en el pasto”, declaró la mujer. “Me hizo entrar a un camino que estaba lleno de barro y donde estaban paradas dos camionetas cuatro por cuatro. Se bajó del auto y comenzó a charlar con un hombre morocho con el que intercambiaron algunas palabras”, continuó relatando en su declaración.
Según su testimonio, Busto le pidió la llave del auto, abrió el baúl de su Chevrolet Onix, y aparecieron dos jóvenes con barbijos que comenzaron a cargar cajas en el baúl y luego en el asiento trasero. También indicó que el ex empleado del Siprosa -fue dado de baja del sistema luego de que estallara el escándalo- se acercó al auto, tomó su mochila donde extrajo una bolsa negra que terminó entregando a las personas que lo recibieron.
La detenida describió al lugar como una finca que estaba perfectamente delimitada con alambres y que estaba dividida por un largo camino. Los investigadores no descartan que esa propiedad pueda haber sido utilizada como una pista de aterrizaje de vuelos narcos o, en su defecto, el lugar donde arrojan la droga.
4- El regreso
“Cuando se subió al auto, le pregunté en dónde iría la persona que debían buscar porque el auto se había quedado sin lugar. Me dijo que finalmente no viajarían a Santa Fe y que debíamos regresar a Tucumán”, relató.
Segundos después añadió: “le pregunté que había en el interior de esas cajas y nunca me respondió. Me dijo que era de un amigo que le había pedido que se las retirara y que debían entregarla en una casa ubicada en avenida Las Américas, pero que se quedara tranquila porque él le avisaría cuál sería el trayecto de tendría que realizar”.
5- Los mensajes
Costilla, según se desprende de la declaración que realizó, comenzó a mostrarse preocupada y a temer lo peor. Desesperada, comenzó a enviar mensajes a varios de sus allegados. Al analizar los celulares, los peritos confirmaron esa cuestión.
La detenida, en cuestión de minutos, mantuvo contacto con un policía de la provincia, luego con un tal “Facu” y por último, con un hombre al que tenía agendado en su lista de contactos como “Min de Educa d Luis V”, que según los investigadores, sería empleado o funcionario del Ministerio de Educación de la provincia. Los mensajes son reveladores, pero los detalles se darán a conocer en la edición de mañana de LA GACETA.
6- La caída
Se sabe que los policías, para anotarse un poroto a su favor, se autoproclaman ser responsables de algunos aciertos, como ocurrió en este caso. Oficialmente se informó que la pareja había sido detenida luego de no haber superado un control.
Pero tanto en las actuaciones, como en las filmaciones de las cámaras de seguridad, quedó probado que Costilla, se cruzó de carril sorpresivamente y de manera abrupta se dirigió hacia donde estaban los efectivos estaban parados. “Si ella no hubiera realizado esa maniobra, hubiera seguido viaje sin problemas. Hubo un renunciamiento a la comisión de un delito”, resumió Patricio Char, defensor de Costilla. Pero por el momento, la Justicia no resolvió nada al respecto.